Miguel plantea el coaching como un campo minado, donde la superación personal es sólo una máscara para la explotación. Su hashtag #Coachingparaesclavos se siente menos como un chiste y más como un grito de desesperación.

Desde la alegoría de la mesa hasta el debate sobre qué es una mujer, llena de preguntas y pocas respuestas. Miguel transforma debates antiguos en críticas mordaces a la falta de reflexión masculina. ¿Dónde están los hombres en este debate? Bajo la mesa, probablemente.

Cada post es un tiro al aire contra la desinformación y el populismo. Sus menciones de figuras públicas y comentarios sobre el sistema educativo son como una sinfonía de indignación bien armonizada.

Desde la defensa de la educación pública hasta la lucha por una vivienda digna, Miguel no se queda callado. Sus llamados a la acción son un recordatorio de que no basta con quejarse, hay que manifestarse.

Observando la transición de internet como herramienta de liberación a su estado actual, donde predominan los memes y la desinformación, Miguel se convierte en un filósofo digital. ¿Quién necesita una cátedra cuando tienes Bluesky?